sábado, 19 de abril de 2014

Lloran por la muerte de Jesús

LLORAN POR LA MUERTE DE JESÚS


* Conmueve La Procesión del Silencio

* Impresionante expresión de dolor



#SLP #ProcesiondelSilencio #México

Por: Jorge Fernando Canseco / El Heraldo de San Luis Potosí.-

San Luis Al Instante.- Llegadas las ocho de la noche, el centurión ordena a la guardia pretoriana la apertura del portón, por donde, decidido el juicio de Pilatos, por aclamación de los judíos, decretó la muerte de Jesús. Tres fuertes golpes instruyen la apertura y un clarín que llora en medio de la noche. Asoma ya la cruz guía, custodiada por soldados, alumbrada apenas por las pálidas farolas.

Los cófrades de Jesús Eucaristía, de la Catedral Metropolitana, marchan ya, llevando en andas el conjunto escultórico: Jesús portando su alba vestimenta. Las sombras cónicas dan ya sus primeros pasos por los adoquines de la Plaza del Carmen.

Resuenan los tambores para marcar el ritmo de la procesión penitente que encamina sus pasos al simbólico Gólgota, que no es otro sino el mismo punto de partida: el templo del Carmen convertido en el alfa y el omega de un dolor que desgarra el corazón de una madre que avanza, tras las cofradías, en silencio, llorando, vistiendo de luto y con una daga clavada en el pecho: Nuestra Señora de Los Dolores.

Vuelan las saetas con tonos sevillanos, recordando la horrenda condena empujada por la traición de Judas, quien entrega a Jesús a la soldadesca, cuando este oraba en el huerto y sus custodios dormían. Una convenientemente simulada opinión pública hizo lo que los rabinos no se atrevieron: condenar a muerte a Jesús, por ser el hijo de Dios en la tierra; fue esa opinión pública que hoy llora arrepentida, la que cambió la vida de Barrabás, un homicida probado, por la de Jesús, un inocente.

La vía dolorosa expresa, precisamente eso, el tardío arrepentimiento de la gente que guardó silencio, intimidada, por la vocinglería fanática instruida por los rabinos.

Se ha condenado a un inocente y, ahora van las sombras cónicas arrastrando los pies y cargando el peso de sus errores por acción y omisión, errores y pecados con un peso similar al de algunas andas, de las que se ha informado sobrepasan la media tonelada.

Un árbol de jacaranda, ubicado a la salida del Templo del Carmen, entre la callejuela de Iturbide, se encuentra casi muerto, afectado por el aceite de los comerciantes callejeros. En esta ocasión no dio flores.

Pasan entre la expectante multitud los cófrades, entre ellos las macarenitas, ataviadas a la usanza española, y las damas que lucen sus rebozos de seda, así como las mexicanas adelitas.

Viene ya el conjunto escultórico esperado con ansiedad: el de la Virgen de los Dolores, atribuido al escultor y arquitecto español, don Manuel Tolsá, y considerado como uno de los más bellos no sólo de la procesión silente potosina, sino incluso a nivel nacional y aún en el contexto de las tradiciones sevillanas.

Viene el anda, lentamente, pletórica de luces, de cirios que van arrojando su luz en el rostro entristecido de la imagen. Luz que cobra brillos insospechados en las lágrimas cristalinas que resbalan por sus mejillas.

Llora la muerte de su hijo, y su dolor es como una daga clavada en el centro mismo de su corazón. Los ojos de la gente también, al contemplarla, se llenan con lágrimas reales, de agua salada, y el corazón late al compás de los tambores y tiempla al ritmo de los pasos.

Las voces apagadas se vuelven rumores, en el aire frío de la noche.

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