miércoles, 25 de noviembre de 2015

Relata periodista asalto de supuestos agentes de migración a pasajeros de camión en Matehuala

RELATA PERIODISTA ASALTO DE SUPUESTOS AGENTES DE MIGRACIÓN A PASAJEROS DE CAMIÓN EN MATEHUALA



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Texto de Elvia G. Duque.-

Foto de archivo.-

San Luis Al Instante.- El siguiente es un relato difundido por la periodista Elvia G. Duque a través de su cuenta de Facebook, en donde denuncia el asalto cometido por un grupo de personas, aparentemente agentes del Instituto Nacional de Migración, en contra de jóvenes que viajaban a bordo de un camión de pasajeros de la línea Senda. Estos son los hechos que denunció la periodista.

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Eran aproximadamente las 02.15 am del jueves 19 de noviembre. Adelante de Matehuala, autobús del grupo Senda 9721, procedente de la ciudad de México y con destino final Ciudad Acuña, Coahuila.

En medio de la noche se detiene una vez más la unidad y sube un hombre muy alto y grueso con linterna en mano. Observa brevemente. Pide identificación a dos hombres jóvenes y se retira.

El camión avanza unos metros y otra vez para. Sube un hombre joven, la cabeza cubierta con una boina tejida y linterna en mano. Arroja la luz sobre los pasajeros luego, en algo que me pareció inusual, inspeccionó la pantalla de tv con la linterna mucho rato (ahora estoy segura que nos espiaba) y revisa con un aparato muy largo los dos compartimentos de adelante.

Antes de bajar el chófer le pregunta: --¿Todo bien. Podemos irnos? Su respuesta: --No, va a subir otra persona. 

Pero no aborda uno, sino dos hombres más. Uno de ellos joven y muy callado. El otro muy gordo y mal fajado (y sí, lo digo de forma peyorativa por lo que enseguida relato). De hablar brusco y queriéndose hacer el gracioso, empezó a interrogar a 4 jóvenes. Ya saben: ¿De dónde eres?, ¿vas a Estados Unidos, verdad?, cuándo fuiste la última vez? Y luego empieza a tocarles el estómago, las piernas, obviamente como se dice popularmente "bolseándolos".

En seguida lo que nunca creí ver: a esos 4 chavos les pidió que vaciaran sus bolsillos. El joven adelante de mí traía una buena cantidad de dinero. Y todavía le preguntó: --¿No traes más? Hizo con los billetes una especie de abanico. Se los devolvió bruscamente diciéndole: --Tenga mi'jo. Guarde su dinero.

Luego dice: --A ver ustedes 4, bájense. Pero no solo fueron ellos, de los asientos de atrás salen más jóvenes, en total deben haber sido 12 o 13. El cuarto hombre que no había hablado rompió el silencio para apurarlos: -¡Rápido para no retrasar el camión!

Cuando bajaron, en medio de la oscuridad, a la orilla de la carretera sabía qué iba a pasar. Muchas veces vi esa escena. Al regresar al autobús el rostro de los muchachos no disimulaba el miedo, la rabia, la impotencia. Tímidamente uno admite que les quitaron dinero. A un segundo le pregunto y no me contesta. Me doy cuenta que le cuesta trabajo no llorar. Más adelante escucho a dos de ellos hablar y aseguran que a unos les quitaron mil pesos, a otros mil 500 y así, según lo que cada uno llevaba.

No puedo señalar quiénes eran esos tipos, porque salvo el primero, cuya vestimenta me pareció semejante a la que hace tiempo usaban los agentes de Migración, los otros tres iban enchamarrados. Ninguno mostró placa de nada ni se identificó. Es obvio que no lo iban a hacer si su "chamba" es asaltar amparados en el anonimato que da la carretera.

Varias horas después, en un retén de militares (debo decir que por lo que a mi respecta no tengo ninguna mala experiencia con ellos) y mientras pasan por rayos X las maletas, le platicó a uno de ellos lo que pasó y de inmediato ofreció su apoyo. Pensó que alguno de los asaltantes venía a bordo y me pidió que los identificara. Le aclaró que se quedaron pasando un retén por Matehuala. Me dice algo que yo misma pensé en el autobús que los pasajeros nos hubiéramos unido para someter a los tipos (sólo eran 3, porque el primero que subió no lo volví a ver ni sé si era parte o no del grupo) y detenerlos. Pero eso no pasó.

Hoy los ciudadanos vivimos con miedo, o tal vez nos resistimos a tomar por nuestra cuenta la justicia. Pero si hubiésemos actuado distinto quizá yo ni siquiera estuviera escribiendo esto y quién sabe qué habría pasado con esos más de 40 seres humanos que fuimos sorprendidos en medio de la noche por un trío de delincuentes ¿o servidores públicos?

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